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DOMESTICAR LA MONTAÑA
Refugios, pequeños detonantes

El otoño es tal vez la época del año más relacionada con la montaña, antes del invierno cuando empieza el intenso frío y los bosques muestran una imagen inmejorable. Un tipo de arquitectura que está ligada íntimamente a esta actividad, la del refugio de montaña. Los arquitectos que investigaron la vivienda mínima obrera, y las soluciones estandarizadas para dar cabida la vivienda barata de calidad investigaron este tipo de arquitectura de montaña. Podría parecer a priori que ambos mundos están muy alejados, pero lo cierto es que su planteamiento teórico es similar. De alguna manera los refugios de montaña son la manera que tiene el hombre de domesticar la naturaleza, de convertir en doméstico un entorno hostil, pero a su vez tan presente en nuestra genética animal, como es la relación del hombre con la naturaleza.
En 1952 Le Corbusier, el gran maestro del movimiento moderno, construye en Cap-Martín, en la costa mediterránea francesa el Cabanon, un pequeño refugio que es al mismo tiempo vivienda de vacaciones.

Una cabaña de sólo 16 metros cuadrados realizada completamente en madera. Este lugar de retiro y en ocasiones oficina, concita un particular interés dentro de la obra de Le Corbusier ya que se realizó en paralelo al proyecto de Chandigarh, la construcción de una ciudad en la India a la finalización de la construcción de la Unidad de Habitación de Marsella.

Estas construcciones se encuentran íntimamente ligadas en cuanto a su concepción teórica. De hecho se trata de dos caras de la misma moneda, por un lado la célula independiente, aislada e individual, por el otro, la vida colectiva, la comunidad y el conjunto.
Un caso similar es el de Ralph Erskine, cuando el arquitecto inglés se trasladó en 1941 con su mujer y sus hijas recién nacidas a Suecia, las dificultades económicas le llevaron a auto construirse un pequeño refugio para dar cobijo a su familia y utilizarlo además como oficina.
Con unas dimensiones mínimas, de tan solo 18 metros cuadrados y una única habitación, funcionó como vivienda habitual de la familia hasta 1946. El espacio interior se dividía en dos mediante una chimenea central, la cocina y el estar, que también hacía las veces de dormitorio y sala de trabajo. La cama, sofá que ocupaba el estar se levantaba mediante unas poleas hasta el techo, con el fin de despejar la estancia durante el día.
La casa levantada en la zona alta de una pequeña colina es además un catálogo de soluciones ingeniosas para proteger el confort interior de las inclemencias del tiempo. Los muebles en su mayoría abatibles y móviles se apoyan en la fachada norte aumentando cuando está recogido el aislamiento térmico en esa orientación.

La pequeña cabaña introduce en su diseño además soluciones presentes en la arquitectura tradicional, como es el llamativo re-grueso de la fachada norte en la que almacenar toda la leña para el invierno, aumentando la protección frente al viento y que quedará vacía tras el invierno refrigerando así la vivienda en los meses de verano.

Ralph Erskine conjugó modernidad con las soluciones constructivas del lugar, generando una arquitectura vanguardista que respeta los condicionantes del lugar como son la climatología o el disfrute de una naturaleza tan salvaje como la sueca.
La arquitectura contemporánea también ha trabajado este tipo programa. Un buen ejemplo es el refugio finalizado recientemente por un estudio noruego. Se trata de un pabellón pensado exclusivamente para dar cobijo a los montañeros que transitan por la meseta en el norte de Noruega y que bajo un clima muy frío se adentran en la naturaleza para ver la vida cotidiana de los renos salvajes.
El pequeño edificio de 90 metros cuadrados se sitúa dentro del parque natural y encaramado en una meseta a una altura de 1200 metros sobre el nivel del mar, se transforma en un observatorio con vistas panorámicas sobre las cordilleras nevadas del parque natural.
Su geometría es una reminiscencia de la forma de una roca lentamente erosionada por los procesos de viento y el agua. La fachada ondulada resultante crea una serie de asientos al aire libre en el lado sur por lo que son calentados por los rayos del sol, mientras que los del lado norte quedan al interior protegidos del clima por una pantalla de vidrio que sirve como mirador. El edificio ha sido construido con técnicas de construcción naval, muy desarrolladas por los astilleros noruegos, con esta tecnología cada viga de madera cuadrada se ha desbastado hasta darle su forma definitiva y alcanzar así mediante la suma de diversas piezas el efecto ondulante final. Un marco rígido rectangular revestido con acero oxidado se funde con el paisaje circundante, mientras que el tratamiento alquitranado del pino exterior además de actuar como protección de la madera dota al conjunto de una pureza formal cúbica que revela su modernidad.
Este edificio habla al igual que muchos otros pabellones de montaña, de la necesidad de generar cobijo y refugio al montañero, de crear un espacio al resguardo de las inclemencias de la naturaleza, pero que al mismo tiempo nos permita disfrutar del paisaje y de su condición salvaje.

Es en este difícil equilibrio donde la arquitectura contemporánea ha sabido aportar nuevas soluciones que no hacen más que abrir al igual que los pabellones del pasado pequeños campos de prueba que tal vez en el futuro puedan pasar del refugio de montaña a la vivienda urbana.




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