KENGO KUMA
En arquitectura, interiorismo, artes visuales o diseño, Kengo Kuma es fiel y piensa: “No debemos maquillar con recubrimientos todo lo hecho, es como mentir al usuario, al espectador, es digno dejar al natural cada material, brindando con esto un producto sincero y óptimo”.
Arquitecto nacido en Kanagua, Japón (1954), intenta definir al mundo con su arquitectura de siglo XXI, rechazando lo hecho en el siglo pasado, y creando un sin número de obras, de todos los tamaños y formas.
En cada diseño impone mayor énfasis en el material sin olvidar la forma. Respeta sus raíces entendiendo que los materiales de la región serán los mejores para cualquier proyecto.
Siempre encontraremos en sus diseños el uso de la madera o un toque natural, además de no crear arquitectura-caja, sino huecos, pórticos y terrazas que invitan a entrar, a salir, a fluir.
Todas sus obras utilizan como catálogo de materiales sólo un componente, ya sea bambú, madera, cristal ó PET y no quieren hacer un contraste con la naturaleza, pretenden ser parte del entorno, fusionarse con el medio ambiente, si bien el concreto no es su material favorito sabe que cada construcción necesita una estructura como la del ser humano, que funcione como los huesos pero que la superficie sea suave.
La casa AGUA / CRISTAL
Kengo kuma, piensa y dice:
La casa de agua-cristal se construyó en Atami, asomándose al océano Pacífico. Este proyecto representa un punto de inflexión en mi vida. AGUA / CRISTAL fue la primera vez que quise crear no sólo una condición particular mediante el empleo de lamas (láminas de metal, madera u otros materiales) sino también un marco basado en los planos horizontales. Este edificio se ubica sobre un acantilado y no existe ningún punto que permita contemplar una vista exterior del edificio. Por lo tanto decidí obviar la perspectiva a distancia o aérea y tener en cuenta únicamente las vistas interiores y a ras del suelo.
Intenté basar el proyecto, no en los muros sino en un plano horizontal (es decir, el forjado, elemento estructural, horizontal (o inclinado, en cubiertas), que soporta su propio peso y las sobrecargas).
En la arquitectura occidental el edificio viene enmarcado sobre todo por los muros y ventanas, interponiendo un marco entre el sujeto y el objeto. Inevitablemente, el sujeto queda aislado del objeto. El espacio se convierte en un cuadro enmarcado (es decir, una imagen estática); se paraliza. En la arquitectura japonesa tradicional los principales mecanismos enmarcadores son los planos horizontales (es decir, el forjado y el techo). De este modo, sujeto y objeto pueden convivir en un espacio continuo sin que el marco les divida. Siendo así, el proyecto ante todo debe resolver la introducción de una secuencia y velocidad en un espacio continuo.
No se puede menos que introducir en el edificio el parámetro temporal además del parámetro espacial. El espacio asume la naturaleza de una imagen dinámica, espacio y tiempo quedan inextricablemente imbricados.
En AGUA / CRISTAL intenté enmarcar el espacio mediante dos únicos planos horizontales, el suelo de agua y el techo con sus lamas, y generar entre los planos un tiempo-espacio transparente y fluido.
Proyectar no significa simplemente dividir espacios en función de un programa de superficies pisables.
Eso no es más que la planificación de espacios; el tiempo nunca fluirá por tales espacios.
Proyectar un suelo, sin embargo, significa intervenir en la acción del sujeto que se desplaza por el suelo; la intervención se produce mediante niveles, pendientes y la resistencia de fricción.
Así resulta posible proyectar a la vez tanto el espacio como el tiempo.
Este método, más que planificación podría llamarse programación, dado que constituye una manera secuencial de organizar las cosas a través de la introducción del parámetro temporal, pero yo prefiero llamarlo el método del jardín, porque un jardín, en principio, no tiene ni muros ni ventanas.
En lugar de enmarcar las vistas con ventanas, me ocupa sobretodo proyectar el plano horizontal en el cual se ubicará el sujeto (es decir, de proyectar las ondulaciones del terreno).
Un edificio no se abre ni se convierte en jardín por el mero hecho de ser una caja de cristal.
El cuerpo debe situarse en el plano horizontal; el espacio debe asentarse sólidamente en el terreno y sus vistas deben ser exclusivamente internas.
Sólo entonces será posible proyectar un jardín, sea interior o exterior.
El plano de un jardín no termina en los límites de la parcela. Un jardín trasciende todos los límites.
Me gustaría proyectarlo todo como un jardín por el cual se desplaza el cuerpo y las partículas flotan sin rumbo.