BODEGA PORTIA
Impactante y original bodega que respeta el entorno paisajístico
El arquitecto británico Norman Foster diseñó una bodega en Burgos, en forma de estrella de tres puntas que refleja las principales fases del proceso: fermentación, envejecimiento y conservación. El proyecto millonario (costó 25 millones de euros) demandó casi una década de duro y meticuloso trabajo.
“Bodegas Portia” es el primer proyecto vitivinícola del prestigioso estudio Foster + Partners. Está ubicado en la Ribera del Duero, Burgos, una de las principales regiones españolas productoras de vinos, aproximadamente a unos 150 km al norte de Madrid.
Construida para el grupo Faustino (uno de los más importantes de la Rioja), la empresa con sede en Londres tuvo como objetivo abordar el diseño de una manera fresca que considerara el tipo de edificio, su función y la topografía natural del sitio.
La bodega resultante es una combinación de calidad, innovación y respeto por el entorno paisajístico y medio ambiente.
Se construyó (su costo fue de 25 millones de euros) en forma de estrella de tres puntas que refleja las principales fases del proceso de vinificación: fermentación, envejecimiento y conservación.
Al ser la primera bodega a proyectar por este estudio inglés, no tenían ideas preconcebidas sobre cómo debería funcionar. Fue una oportunidad para empezar desde el principio, de examinar las diferentes etapas de la producción de vino y de tratar de crear las condiciones ideales para que ellos se desarrollaran.
El vino fue el punto de partida, así como el hermoso escenario de la Ribera del Duero. Usando materiales que se basan en las tradiciones vinícolas de la región, con espacios públicos abiertos al paisaje, realzaron la experiencia del visitante. La firma del arquitecto se ve en cada rincón, pero sobre todo en la iluminación, la grandiosidad y el diseño.
La instalación, de 12.500 metros cuadrados, alberga las tres principales etapas de la producción en sus alas: fermentación en toneles de acero, el envejecimiento en barricas de roble y, finalmente, la armonización y afinamiento en la botella.
El centro de operaciones, que controla las condiciones de estas etapas críticas, se encuentra en el corazón de la bodega.
Con el fin de envejecer el vino en un ambiente ideal, las áreas de barril y botella están parcialmente enterradas en el suelo para obtener un microclima favorable, mientras que el sector de la fermentación está expuesto para permitir que el dióxido de carbono escape.
Esto no sólo reduce la demanda de energía, sino que además minimiza el impacto visual del nuevo edificio en el paisaje.
El corazón de la bodega cuenta con una galería algo elevada que se extiende hasta cada ala, permitiendo a los visitantes una vista de los diferentes procesos. Para proporcionar una atmósfera y estética que se correspondiera con la producción de vino, el edificio incorporó principalmente materiales como madera de roble, acero y vidrio.
La estructura de hormigón está revestida con placas (tejas) de acero corten (material resistente a la corrosión atmosférica, con lo que no es necesario aplicar nada al acero como la protección galvánica o el pintado). El acero corten tiene un alto contenido de cobre, cromo y níquel que hace que adquiera un color rojizo anaranjado característico.
La inclinación natural del lugar es aprovechada por medio de la gravedad que ayuda al traslado de las uvas.
Sin duda, uno de los elementos más singulares de Bodegas Portia es el concepto de verticalidad con el que ha sido diseñada, de forma que la uva llega a la bodega desde una cubierta transitable a la que pueden acceder los vehículos.
Para compensar los inviernos fríos y los calurosos veranos de la región, la cubierta del techo sobresale para ayudar a regular la temperatura interna.
También fueron incorporados al techo paneles fotovoltaicos (que obtienen energía solar), mientras que la estructura de hormigón actúa como una masa térmica.