RASCASUELOS
Próximamente, el mundo del revés.
Todo sube, todo crece, cada vez más y más alto, en una franca competencia de poder. Verdaderas esculturas arquitectónicas que contienen, en poca superficie de base, enormes densidades poblacionales dejando que la naturaleza ocupe su lugar amistosamente. Sin embargo, cuando las leyes que apuestan a la conservación para proteger su sensible corazón, incitan a los rebeldes, los sacuden y sacan de ellos lo inimaginable.
El corazón de la ciudad de México está coronado por una construcción incompleta en la que se posa, a toda asta, la bandera tricolor. En 1843 Antonio López de Santa Ana ordenó un concurso para realizar un monumento en la plancha central de la ciudad. Lorenzo de la Hidalga resultó ganador y fue él quien ordenó construir, en el centro de la plaza “el zócalo”, base de una futura columna de Independencia.
Sin embargo, el monumento nunca fue construido y el zócalo permaneció solitario en el medio de la plaza por muchos años. La palabra “zócalo”, desde entonces, para México, se convirtió en un sinónimo de plaza central.
Ha sido ese, el monumento incompleto, la sede de hechos importantes en las diversas etapas de la historia de México, así como sitio de concentración y de manifestaciones sociales y culturales.
Durante cinco siglos de historia ha sufrido cambios en los elementos y edificios que le rodean y le constituyen, pero desde los años sesenta luce, locales más, locales menos, con la misma “fisonomía”.
Luego de casi 50 años de mantener el “zócalo” intacto, arquitectos mexicanos presentaron un diseño de edificio que podría construirse a 300 metros por debajo de la plancha central. El diseño propone las últimas innovaciones de la arquitectura moderna: una pirámide subterránea planificada para albergar, en sus primeros diez pisos, un museo dedicado a la historia de la ciudad de México. Los pisos descendentes estarán destinados a viviendas, comercios y oficinas.
El diseño, que abarca la plaza central de la ciudad, se cubrirá con vidrio reforzado para permitir que los rayos del Sol iluminen el interior del edificio.
Este proyecto sería el primer “rascasuelos”, y servirá como un innovador espacio público que le dará un nuevo sentido a la expresión “arquitectura de altura”.
Aquí no hay corbatas, trajes ni secretarias diciendo que el jefe no puede ponerse.
Sino jóvenes con pelo largo y pendientes que trabajan con los cascos puestos y oyendo música. De este estudio de arquitectura llamado BNKR ha salido el diseño más polémico, vanguardista y atrevido de México.
Un proyecto capaz de atreverse con la zona más sagrada del país, el Zócalo del Distrito Federal.
Justo donde empezó todo, ha sido el lugar escogido por Esteban Suárez, para levantar, o mejor hundir, una gran torre en la que vivirían más de 100.000 personas.
Esa es al menos la idea que habita en su cabeza antes de mostrárselo a los responsables de urbanismo.
La Catedral, el Palacio Nacional, el Ayuntamiento del Distrito Federal, todo en piedra solemne y añeja en torno a la bandera más grande del mundo. Pero bajo los pies, bajo la plancha de 240 x 240 metros, una ciudad con cientos de elevadores, apartamentos, jardines, centros comerciales, oficinas y museos... En resumen, el 'rascasuelos'.
Las diez primeras plantas están destinadas al metro, varios museos y un centro cultural que concentre los hallazgos arqueológicos. Conscientes de que bajo el adoquín se esconden los secretos de la antigua Tenochtitlán y que el Distrito Federal es como un gran pastel de capas superpuestas en el que se superponen las mexicanas y las españolas, el pasado es parte importante de este 'rascasuelos' cargado de futuro y cristal.
Tras esta primera zona, hay un centro comercial y una zona residencial con cientos de apartamentos equipados con todos los adelantos tecnológicos. En las últimas plantas están las oficinas.
Un edificio con "atmósfera"
El edificio genera su propia atmósfera, que recibe luz natural en todos los pisos mediante fibra óptica, que no hay coches y que ni siquiera tiene estacionamiento, la pregunta es ¿y por qué bajo el Zócalo? "Hoy, el Centro Histórico tiene la urgente necesidad de una renovación.
Se necesitan nuevas oficinas, comercios, espacios residenciales e infraestructuras, pero no hay terrenos vacíos disponibles”, comentan los genios creativos. Los defensores del Patrimonio Histórico prohíben tocar lo que hay y, aunque fuera posible, la altura está limitada a ocho pisos.
Esto significa que el único camino es hacia abajo y en el “zócalo”, según explican sus mentes creadoras frente a decenas de fotos aéreas del majestuoso pero abandonado Centro Histórico de la Ciudad de México.
Con este sistema de construcción, a modo de pirámide invertida, todos los muros laterales son de contención para sujetar mejor el empuje lateral de miles de toneladas de carga. Sobre los peligros que supone construir en una zona sísmica como el DF, exponen como ejemplo las estaciones de Metro "a nadie le pasó nada en el terremoto del 85".
Paralelamente el 'rascasuelos' optimiza el consumo y los gastos al máximo gracias a que cuenta con plantas de tratamiento de agua y residuos y enormes jardines que harán de pulmones para renovar por completo el aire del edificio.
Según el equipo de arquitectos a cargo, el proyecto, que tardaría unos cinco años en construirse y costaría unos 750 millones de dólares, enfrenta más reticencias por el hecho de tocar el corazón del mexicano que por los problemas técnicos que implica.
Sin embargo el proyecto ha agitado la arquitectura y ha pasado de las publicaciones especializadas a la prensa generalista y de ahí al interés de cadenas como la BBC o 'History Chanel' que preparan programas especiales con la idea.
Construir el “rascasuelos” es difícil pero no imposible e implicará afrontar desafíos nuevos que son los que hacen avanzar la arquitectura.
Probablemente el proyecto termine durmiendo el sueño de los justos en algún cajón de secretaría de urbanismo, sin embargo, nadie hubiera pensado hace un siglo que en una ciudad como el DF, 3 millones de personas se moverían cada día por el subsuelo gracias al Metro.